El feminismo salva vida y el patriarcado las quita. ¿Nosotras somos las nazis?

Aranza Estíbaliz Feito González. Análisis de pancarta. Presencia y participación de las mujeres en España del siglo  XX


El feminismo salva vidas y el patriarcado las quita. ¿Nosotras somos las nazis?



Palabras como "feminazi", "femiloca", "femiexagerada" se escuchan todos los días como forma de desacreditar al movimiento feminista y a sus peticiones. Pero, ¿es esto algo nuevo?


A lo largo de toda la historia de la humanidad, la rebeldía de las mujeres se ha visto como una amenaza, por lo que no es ninguna novedad que los hombres hayan acuñado diversos términos para descalificar la lucha.


"Brujas" denominaban a las mujeres con conocimientos médicos que practicaban abortos y eran expertas en herbolaria y medicina. 

Era inaceptable para los hombres de la época que las mujeres tuvieran conocimientos sobre algún tema, y mucho más, que los tuvieran más que ellos. Mujeres revolucionarias que ejecutaran acciones en pro de la libertad de los cuerpos de las mujeres y que investigaran sobre la ciencia, eran, a ojos de los hombres de la época, merecedoras de ser asesinadas. Apoyado por la ideología de la época, y esencialmente por la Iglesia, surge la caza de brujas desde el siglo XV hasta el XVII, justificando la persecución, tortura y genocidio de estas argumentando que tenían algún tipo de relación con el diablo. La Inquisición fue el comienzo -formal- de la persecución de todas aquellas que quisieran salirse de las imposiciones, que tuvieran ideas de libertad y emancipación y que decidieran apropiarse de espacios que los hombres se habían reservado para sí.

Pero esto no las detuvo. "Quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semillas", encontramos en obras de historiadoras que se han encargado de explicar cómo el movimiento feminista sobrevivió a todos los ataques e intentos de desvanecer la lucha. Mismas que también se encargarían de situar, conceptualizar y esclarecer la evolución histórica del movimiento. La cronología seguida en este análisis se basará en la teorizada por Nuria Varela en su obra Feminismo para principiantes.


El miedo y el silencio nunca fueron opción para nuestras ancestras, y fue el legado que le dejaron a la siguiente ola del feminismo. Ese legado, una casi imperceptible llama que poco a poco se alimentaría de voces, cuestionamientos y acción política y social que haría imparable la lucha sin importar cuántas desvalorizaciones hicieran en su contra.


Nace oficialmente la primera ola del feminismo en el siglo XVIII, la cual se encargaría de exigir el derecho de sufragio de las mujeres, el acceso a la educación, entre otros. Mismas a las que llamaron locas e histéricas. A las que les repitieron hasta el cansancio que esas no eran sus funciones. A las que les censuraron obras o les pusieron demasiadas trabas para que sus palabras no llegaran a ningún lado. A las que engañaron haciéndoles creer que el liberalismo terminaría con la desigualdad y surgiría una indiscutible paridad, y al mismo tiempo publicaron Los derechos del hombre y del ciudadano, en donde no habrán de entender "hombre" como "humanidad"; sino "hombre" en el sentido estricto de la palabra: macho de la raza humana (ante esto Olympe de Gouges escribe Los derechos de la mujer y de la ciudadana, a manera de reivindicación).  El patriarcado buscaba a toda costa mantener a las mujeres en la esfera privada a la que las habían relegado siglos atrás, pero eso ya no iba a ser posible.

La fortaleza y resistencia de las sufragistas logró tras muchos años de lucha la concesión a las mujeres del derecho de sufragio. Además, les enseñó a las futuras generaciones de mujeres revolucionarias formas de lucha, dentro de ellas, la iconoclasia. 


A estas grandiosas mujeres le suceden las pertenecientes a la segunda ola del feminismo, que lucharán hasta conseguir el derecho al trabajo y a unas condiciones dignas del mismo; y a las que les debemos la crítica al género (Simone de Beauvoir, El segundo sexo). Su lucha no fue menos complicada. Los hombres aseguraban que las mujeres ya tenían todo lo que necesitaban, y repetían reiteradamente que su sitio se encontraba en la cocina, en el hogar y en la familia. No ha de sorprendernos que aquella semilla de cuestionamiento ya había sido sembrada y que no había fuerza que pudiera detener su germinación. Ellas estaban convencidas de que eso no era así, e iban a hacer lo que fuera necesario para demostrarlo.

La ruptura de escaparates, incendio de iglesias, militancia en las calles, prenderle fuego a sujetadores, acción directa contra cuerpos y fuerzas del Estado, e incluso suicidios en manifestaciones serían parte de su lucha hasta conseguir lo que se habían determinado.

Dejarían una enseñanza enorme para la siguiente ola: los cuestionamientos no han de cesar, y absolutamente nadie nos ha de parar ni callar.


Surge así la tercera ola del feminismo. Una ola que busca desmantelar los cimientos menos perceptibles del sistema: los micromachismos, microrracismos… las opresiones menos evidentes (menos evidentes porque apenas se habían planteado). 

Una ola que, con nuevas herramientas como la tecnología (ciberfeminismo, Nuria Varela), buscarán apoderarse de todos los espacios que siempre nos debieron pertenecer pero que se habían apropiado.


Sin embargo, las técnicas de sabotaje por parte del patriarcado no cesan. Todo lo contrario: se renuevan e innovan. Pero su esencia sigue siendo la misma. Seguimos recibiendo comentarios como "vete a la cocina", "hazme un sándwich", "las mujeres no sirven más que para servirnos"; haciendo memes ridiculizando a las mujeres "estereotipo" de feministas (perforaciones, tatuajes, no depiladas y con el cabello teñido); nombrándonos "misandricas" y asegurando que lo que queremos es imponer un sistema hembrista y matriarcal que nos ponga por encima de ellos.

Inventan términos para aplicar un enorme gaslighting (nube de gas) tales como feminazi. Como si el feminismo tuviese que ver en algo con el nazismo. Como si el nazismo no fuera una extensión de lo que es el patriarcado: misoginia, racismo, clasismo, capacitismo, espacismo; y no al revés.


Afortunadamente, sabemos que da igual cuántas trabas nos pongan para conseguir lo que queremos. Sabemos lo que queremos, y hemos demostrado que darse por vencidas nunca va a estar en nuestra agenda política.


La lucha va a continuar sin importar cuántos adjetivos nos pongan a nosotras o a nuestra lucha. Nos apropiaremos de ellos: haremos canciones (La cumbia feminazi, Renee Goust), seremos las locas que no queremos ir con miedo por las calles, las histéricas que no permitan más violencias por más mínimas que sean y las exageradas que luchen por las que fueron, son y serán.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Priscilla Scott-Ellis

Lina Ódena

Adelina Kondrátieva